Todos nosotros somos efímeros, transitamos de forma más o menos ocurrente por esta aventura que es vivir y damos su importancia a ciertas cosas, seguramente tan efímeras o más que nosotros mismos. No se muy bien por que motivo empecé a hacer fotos, quizás por efecto de la curiosidad, quizás por la atracción que me producía en esa época ese barniz entre tecnológico y artístico que hacía brillar las fotos. Quizás mi primer encuentro con ese brillo, lo viví en casa de una antigua novia, donde una noche un conocido nos enseñó unas tomas en papel.
Me impresionó una múltiple exposición de la cara de su madre contra la textura de una vieja pared, el resultado de aquel ardid técnico me sorprendió, captó mi atención.
En la secuencia había otras tomas sorprendentes, como fotos nocturnas en las calles de Barcelona, juegos de líneas de faros y luces de freno, en resumen creaciones visuales para mi antes desconocidas y que pasado un tiempo olvidé.
Esta pequeña serie, son imágenes de un pequeño mundo, no se si bello, pero para mi entrañable donde lo visual, el aspecto más buscado de cada una de las tomas, se mezcla con la emoción del momento y la fuerza de los recuerdos, de impresiones neuronales imborrables que retienen apenas el sol sobre el rostro, su agradable calidez sobre el cuerpo mientras éste tirita tras un prolongado baño.
|